Lapiz labial y vida cotidiana


Mientras daba pinchazos al anticuado radio de mi carro, tratando de que se quedara fijo en una sola emisora que me hiciera olvidar el horror de los tapones de la ciudad, de una ciudad abierta por los cuatros costados en nombre del progreso, recibo ligeramente el impacto de otro vehículo cuyo conductor no atinó a frenar a tiempo.
Sabía que no valía la pena pedir explicaciones, no era para tanto, pero me preguntaba cómo pudo acercarse así si estábamos, decenas de conductores, en una inmóvil fila que atravesaba el corazón del Jardín Botánico, en Santo Domingo.
Cuando miré por el retrovisor lo descubrí todo: una mujer de no más de 30 años que aprovechaba el tiempo para maquillarse. Primero una base, después rubor, delineador de labios, y sin exagerar, se depiló algunos vellos de las cejas con una pinza que también era parte de su arsenal para la belleza.
Sus habilidades me sorprendieron, porque a parte de avanzar cuando el tapón aligeraba, parecía que conversaba con alguien en el asiento trasero, acaso su pequeño hijo o talvez una de esas raras mascotas que se tienen en casa hoy día.
Me reí tanto con la escena que creo que pude dar la impresión de cierto desequilibrio. Pero cuando más tarde analicé el comportamiento de esta joven pensé si realmente el hombre y la mujer modernos tienen calidad de vida.
La llegada a tiempo al trabajo es la primera dictadura, y para ese fin se toman en la mañana los más insólitos recovecos para huirle a los tapones, al mal humor de los choferes del transporte, al intransigente policía de tránsito y al manejo temerario que caracteriza a los conductores dominicanos.
La misma rutina se repite en la tarde, y así cada día termina como una ezquizofrenia colectiva, una alocada carrera para estar a tiempo en la universidad, en la reunión con los amigos, en el curso de inglés, en el colegio de los niños, en el funeral de un amigo, en la tienda que alquila películas en DVD, en el ginecólogo, en el supermercado que tiene los martes las mejores ofertas de vegetales.
Vale la pena arruniarse el alma con todo esto y con los balckberry, los ipod, los mp3, el 212 de Carolina Herrera, y las mil revistas que recomiendan dietas maravillosas para bajar de peso. Sí, porque bajar de peso es la camisa de fuerza de estos tiempos porque ahora la belleza anoréxica, escuálida, fastasmagórica...
Me pregunto si nuestro espíritu puede resistir tanta agonía.

1 Response to "Lapiz labial y vida cotidiana"

  1. Unknown 24 de mayo de 2010, 7:56
    Bienvenida a la Blogosfera!!!!!! Y sí, estamos regidas, sobre todo nosotras, por hilos no tan invisibles de dictaduras que vienen de muchos frentes. Y de vez en cuando, solo de vez en cuando, decimos "a la porra!" y hacemos lo que nos dá la gana. O eso creemos!.
    Besos!

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