La impotencia de Petra Saviñón


Todo comentario es repetido, desgastado. Cualquier asalto de rabia  o de  reclamo es nulo y cae al vacío. Un atropello policial es rápidamente suplantado por otro. Hasta que reinan el olvido y la indiferencia que permean lo cotidiano.

Hoy nos llena de ira y de impotencia el caso de Abraham Ramos Morel,  muerto la madrugada del domingo de un balazo en la nuca por una patrulla a la que desobedeció la orden de parar en una zona oscura.  Celebraba su cumpleaños 23.

Antes nos alarmaron otros abusos, otras aberraciones,  con otros nombres y bajo otras excusas absurdas, usadas para justificar torturas y ejecuciones disfrazadas de intercambios de disparos, para cometer  excesos como el que presencié esta tarde. Un camión de la Policía se detuvo y dos agentes arrastraron por las camisetas  hasta la parte trasera, repleta de jóvenes, a tres muchachos que caminaban por la calle Juan María Lora Fernández, en Los Ríos. Alegaron un operativo antidrogas.

Mi protesta se enfrentó a la ferocidad de la respuesta de los “uniformados”, que me ordenaron callar y a la pasividad de un grupo de espectadores que se desahogó solo después de que el vehículo partió.

Una cadena de atrocidades nos marca, nos inunda el miedo y todos nos sentimos vulnerables, a merced del terror que impone un organismo que perdió o nunca asumió la responsabilidad para la que fue creado.


Petra Saviñón es periodista.

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