Matemos al Trujillo que llevamos dentro

En las dos últimas semanas el debate ha estado centrado en la figura del dictador Rafael Leonidas Trujillo y el proyecto de ley con el que se intenta crear un museo en San Cristóbal, su ciudad natal, donde se instalarían los objetos que pondrían de relieve la era. Qué cuestionan los antitrujillistas, que en ese museo no se destacarían los horrores del régimen de terror que duró 30 años, sino que su propósito es reivindicar a quien sojuzgó a la República Dominicana impunemente.
El rechazo se entiende. Las heridas todavía están abiertas. Aún viven algunas de las víctimas del sátrapa. Pero la presencia en el país de los familires del dictador no es tan nociva como la permanencia de ese Trujillo que no ha salido de la sociedad dominicana.
Me gustaria que lucharámos por eliminar para siempre el Trujillo representado en la corrupción pública y privada, en la impunidad, en la perpetuidad del poder, en el nepotismo, en el afán de lucro, en el irrespeto a la ley y a la vida humana, en la vanidad y perversidad políticas, y en el abuso del poder en cualquiera de sus manifestaciones.

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